--¿Aquí trabaja el señor Sanchez del mismo pueblo de Arteaga, Michoacán?, preguntó el guerrillero. Su esposa le respondió diciéndole que sí. Le seguió otra pregunta, ahora de parte de ella: ¿Y para qué es bueno?
--Para nada señora, lo vengo a matar hoy mismo.
Su esposa casi desmaya ante tan seria amenaza de muerte. Graciela le mandó a buscar con urgencia en el mercado vecino. Llegando su esposo al mostrador del negocio le dijo: " Pablo aquí está este hombre que dice que te viene a matar hoy".
Aquel hombre al solo verle a los ojos se echó para atrás diciendo que aquello sería otro día, pues tenía otro asunto pendiente. Su esposa, molesta, rechazó aquella excusa diciendo que él ya había dicho que hoy lo mataba, y que serîa ese día, y ningun otro más. Le acusó de ser un viejo cobarde, rajón, poco hombre, y de poca palabra. El señor Sanchez aprovechó el desconcierto; abogó por sí mismo y le dijo a su mujer: "Graciela pero me está dando un día más de vida. Déjalo que se vaya en paz. En lo que ne concierne todo está bien".
-- ¡No! El dijo que te iba a matar este dìa y ahora lo hace, viejo rajón. Solo eso faltaba, ahora nos cumple. Pues que está pensando, que puede hablar por hablar y amenazar a cualquiera.
--Pero, Graciela te digo que me está dando un día más de vida. Mira, es todo un día de ventaja.
--¡No! Aqui vamos todos parejos o yo mismo lo despacho al infierno. Graciela sacó su escopeta que escondía debajo de la enagua y le apuntó directo entre ceja.. Al instante, el hombre desaliñado cayó desplomado al suelo del susto.
--Graciela, te dije que toda estaba bien.
--Claro, ahora sí que lo está, le dijo.
Tomó la escopeta y la guardó donde siempre.
Paul Jr Paniagua
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Del libro por salir
Sin Trompo de Poner
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